30.8.09

II JORNADA DR. RAMÓN CARRILLO

Floreal Ferrara – cuando se le entregó la distinción como Ciudadano Ilustre en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires – 31 de octubre de 2007.



Sus palabras:
Compañeros, amigos, queridos enemigos, que siempre los hay. Creen que no hay un hombre de la CIA, o uno de los “servicios” acá, seguro que hay, estará disfrazado de otra cosa, pero seguro que está.
Me voy a referir, con toda la emoción que esto me ocasiona, a uno de los hombres más preclaros que tuvo ese movimiento, que John William Cooke llamó alguna vez “el hecho maldito del país burgués”. Yo pertenezco a ese maldito pueblo o a ese hecho maldito del pueblo burgués, no tengo nada que ver con el pueblo burgués, como tampoco tenía que ver Carrillo, y tengo la suerte de ser uno de los últimos argentinos que alguna vez, durante algunas horas, pudo hablar con él.
Ese era un día tan apacible como todos los días de La Plata, la cosa iba a suceder en la calle 1 y 49, allí vivía casi muriéndose Juan Manuel Pardal que había sido el primer director de Escuelas del peronismo en la época de Mercante. Juan Manuel era muy amigo de Ramón, quien era ministro, y Ramón venía manejando un chevrolet de eso inmensos, de esos que parecían un ferrocarril que avanzaba, manejándolo él mismo.
Esa tarde se produce un diálogo que para mí tiene una trascendencia enorme y por eso se los quiero contar como fue. En un momento determinado Carrillo me mira y me dice: “Yo tenía algunas discusiones con Eva, eran siempre discusiones duras porque teníamos posiciones distintas en determinadas cosas. ¿Sabe de qué discutíamos mucho?. De que yo -y ahí se enardecía- sostenía que el Estado es el responsable de la salud, y entonces el Estado debe dirigir los hospitales y todos los elementos que tienen que ver con la salud”. Hacía una pausa, me miraba fijo con los ojos profundos, mansos, pero profundos serios. “Y Eva decía, casi irrespetuosamente, que los hospitales son del Pueblo y los tiene que manejar el Pueblo”.
Me mira y me pregunta: “¿Usted qué piensa?”. Yo tenía un año de médico, era un pobre chiquilín, digamos así. Lo miro y le digo: “Eva tenía razón”. Entonces Carrillo dice: “No ve, son todos revolucionarios”. Se queda silencioso y dice: “Pero ustedes tienen razón”.
El mensaje es de él, no es mío, pero yo me apropio del mensaje porque efectivamente la cosa es así.
Tengo otro recuerdo, más chiquito, pero también punzante. Le pregunto en una tarde de otro día: “¿Cuál fue el disgusto más importante que tuvo hasta aquí?”. Era 1952. Y me dice: “Tengo muy pocos disgustos grandes, pero tengo uno que me duele mucho. Usted sabe que hemos comprado mucha tecnología, hemos hecho muchos gastos, compramos en los países grandes, sobre todo en Estados Unidos tecnología muy importante. Y ahí está mi fastidio, porque buena parte de lo que me vendieron era chatarra, pero no me tengo que enojar porque ese es el destino del Imperialismo”.
Estamos aplaudiendo a Ramón Carrillo, un héroe civil en la República Argentina, como esos héroes que fueron capaces de cambiar la Patria, ese es el tono que yo quiero tomar.
Y ustedes deben saberlo, pero yo tengo urgente necesidad de volverle a contar de esa frase memorable que casi todos ustedes conocen y que dice: “Frente a las enfermedades que genera la miseria, frente a la tristeza, a la angustia, al infortunio social de los pueblos, los microbios como causa de enfermedad son unas pobres causas”, palabras de Ramón Carrillo.
Nosotros, los médicos vemos esto mirando a los remedios, a los microbios, y en buena parte nos hemos olvidado que, debajo de esos lugares donde ellos habitaban, estaba la tristeza, la pobreza, aquello que Heidegger llamaba “el ser ahí”. ¿Y saben qué quería decir Heidegger con esto?. Alguno de los que se encuentra en la sala debe decir: “Cómo esté jodido puede estar hablando de Heidegger, que fue rector de la Universidad del Fhürer?”. Sí, pero fue el filosofo más inmenso de toda la civilización, más que Aristóteles, más que Platón. ¿Saben por qué decía así?. Tiene que ver con esto del “ser ahí”, el ser metido adentro, eyectado en la tierra, eyectado al medio. Y en esa eyección al medio, el hombre no son los microbios, el hombre es la sociedad, y quién mejor que alguien como Perón, como Carrillo, fue capaz de darse cuenta que ahí estaba la cosa fundamental, y esa fue la gran interpretación de Ramón Carrillo, la gran interpretación que había de llevarlo a la salud.
Y escuchen estas fechas, que son memorables para todos nosotros. El 7 de marzo del 2006 se cumplieron cien años del nacimiento de Ramón Carrillo, y del 29 de mayo de 1946 son 60 años del nombramiento como secretario de Salud de la Nación, y en 1949... hace 57 años que fue el primer Ministro de Salud de la República Argentina. Y el 20 de marzo de 1956 muere este héroe civil, este formidable argentino, este inmenso ser humano.
Queridos hermanos, queridos muchachos, queridos compañeros, tenía 50 años de edad. Ustedes se imaginan construir semejante historia y apenitas estaba comenzando a ser adulto, esta es la inmensidad de Ramón. ¿Cuál es el legado, qué tenemos que recoger de él?. Primero recuerden estas cifras, son pocas, las que les voy a contar, pero estas les van a dar una dimensión de la grandeza de la obra de este formidable luchador argentino. Creó 230 hospitales, casi todos los que el país tiene los creó él, en cinco años, muchachas y muchachos, 50 institutos médicos especializados de alta tecnología y de alta atención de la salud, 3.000 dispensarios y salas de atención primaria de la salud, dos fábricas de alta tecnología sanitaria. Después de que se dió cuenta que el Imperialismo le había vendido chatarra, salió como loco a construir la perspectiva nacional en salud y ahí creó auténticamente estas dos fábricas de alta tecnología comunitaria.
En 1946 el país tenía 66.000 camas entre hospitales y sanatorios, ahí entra él en juego. En 1951 tiene el país 114.600 camas. En 1954, 7 años después, el país tiene 134.000 camas. Duplicó en 7 años todas las camas que el país había hecho en todos los tiempos anteriores. Esto era la construcción.
Pero gran parte de los enemigos, cuando uno habla de esto, creen que ahí termina la cosa de Carrillo y entonces dicen: “Y bueno, tenían suerte, tenían dinero. Los pasillos del Banco Central estaban llenos de oro, decían, estaba Perón en el Gobierno, de manera que era fácil hacer esto”. No, no era tan fácil de todas formas.
Porque Carrillo tenía ideas y era capaz de solventar fundamentalmente, no solamente el ámbito del constructor, sino también el ámbito del creador. Y ahí está la razón fundamental de mi búsqueda, al sentir en él a uno de los más inmensos argentinos de todos los tiempos.
No me olvido de Arturo Oñativia, porque también Arturo Oñativia peleó contra el Imperio, en aquello que fue la Ley Nacional de Medicamentos. Tampoco me olvido tanto, aunque tengo ciertas restricciones de Héctor Noblia, porque fue el que introdujo la educación sanitaria en la República Argentina, y sobre todo con su colegio secundario haciendo todo lo posible para que los muchachos desde el comienzo supieran lo que era la salud, pero tenía demasiados sesgos del imperialismo atrás de él. Y yo, como Carrillo, miraba y sigo mirando el Imperialismo como el enemigo de la Patria. ¿Me entendieron?.
¿Y cuál es el legado? Ahora comienza un razonamiento del mismo tono, de la misma fuerza, de la misma calidad, de la misma verdad, el legado es que Carrillo, exactamente como los grandes hombres, conjugaba un solo verbo: el de la verdad, y lo conjugó toda su vida. Cuando se dió cuenta que no convenía determinada postura frente a la Iglesia, fue y se lo dijo a Perón, ese fue el instante que aprovechó... iba a decir una mala palabra, pero digamos un Almirante, que es lo mismo, sí, señores, es lo mismo, porque esos almirantes son parte de los 30.000 desaparecidos en nuestra República. Esa es la historia que no quiero repetir. Ese Almirante fue el que hizo todo lo posible para que Ramón se fuera del gobierno, pero Ramón no necesitó que lo echaran, sabía que había llegado su tiempo.
¿Dónde está el legado de él?. El legado de él está en que se dió cuenta como nadie que él había dirigido una fuerza, pero abajo había una cosa que bullía, nueva, que irrumpía en la historia argentina, aquéllo que Scalabrini llamó el subsuelo de la Patria, era el Pueblo, la multitud, diría hoy Barros Espinosa. La multitud que venía en ese 17 de octubre de 1945, muchachas, muchachos, yo también lo viví, por eso soy capaz de decir que me estremece el corazón pensando que en ese 17 de octubre de 1945 estaba naciendo, no solamente un movimiento, sino también un héroe civil que iba a interpretar a ese movimiento. Y esa es la cosa, ese también es el legado. Carrillo como nadie se dió cuenta que él era el ejecutor, pero que no era el inspirador de todo esto. Eran los trabajadores que estaban abajo y que venían pujando por una Patria Libre, Justa y Soberana, vinieron como tenían que venir, arrasando con todo lo que había que arrasar.
Yo vi venir en la calle 1 y 49, en la misma esquina donde años después lo conocería a Carrillo, vi venir una multitud que venía por la calle 1. Venían trabajadores y en el medio de ellos uno que luego fue muy conocido, se llamaba Cipriano Reyes, venía con toda la multitud de los trabajadores del frigorífico, un muchacho joven, con el mameluco de los trabajadores, y dijo que era el secretario de YPF en Ensenada, tenía 19 años.
Y venían gritando: Perón, Perón, Perón. No sabía que me sumaba y me sumé, y seguimos por la calle 1 y cuando llegamos a la calle 47 se dobla la multitud y se van a meter a un lugar. Allí entran en la Quilmes, que era la expresión del Imperio Europeo, era de los Bemberg, se llevaron todas las botellas que había que llevarse, incluso algunos barriles.
Y yo seguí con ellos, bendito sea el Dios que me iluminó y terminé, no con las patas en la fuente, sino gritando como un descosido. Habían nacido en nosotros muchas de las cosas serias que el país fue capaz de construir después.
El se dió cuenta que estaba empujado por una cosa nueva y esa cosa nueva los lleva a la construcción, y los llevaba a pensar que nadie por si sólo es capaz de construir una Revolución, para hacer una Revolución Sanitaria como él la hizo. En mis libros sigo diciendo que fue una Revolución de capacidad instalada más importante del mundo, la que hizo Carrillo fue posible porque abajo había un Pueblo que venía caminando. Y ese Pueblo que venía caminando, empujando, que era el subsuelo de la Patria, lo acompañó permanentemente. Claro, después viene la muerte de Eva y después el bajón. Tendría muchas ganas de contarle del bajón, pero deje que les cuente una sola. Un 1974 vamos a la Plaza como siempre y allí nos llaman imberbes, etc. y nos fuimos, y me fui caminando lentamente. Cuando llego a la altura de la Pirámide de Mayo me doy vuelta y veo que la Plaza había quedado vacía. Lloré, porque sentí que el General había perdido todo.
Este es el mensaje que quería transmitirles, pero quería decirles algo más: Carrillo tuvo la integridad de percibir que esa decadencia no lo tenía que tomar y no lo tomó, pero además se había muerto Eva. Es decir, ya no estaba Eva, la salvadora, se había muerto de una cosa que hoy quiero rememorar, se había muerto de un cáncer de útero, que comenzó siendo un cáncer de cuello de útero. Hoy las mujeres jóvenes tienen solución, ninguna debe tener un cáncer de cuello de útero porque hay ya una vacuna para ello.
¿Por qué traigo esto acá? Porque en este mismo momento se está discutiendo en nuestro país el precio que le van a poner a la vacuna, les estoy contando una primicia. Se está discutiendo en este momento. Van a ser tres dosis. El precio de cada una es de 250/ 260 dólares cada dosis. Saquen la cuenta, para una sola muchacha son casi 1.000 dólares.
Hace quince días un ministro de una gran provincia dijo: “Vamos a necesitar un millón de dosis, porque hay un millón de muchachas que hay que vacunar en nuestro país”. A 1.000 dólares cada una saquen la cuenta lo que significa. En este momento se discute el precio. Los gringos se han dado cuenta que no pueden venir a cobrar el precio que ellos quieren, están diciéndonos que tal vez nos cobren 150 dólares cada dosis. Alguien que tiene que representar al país dice flojamente que debería cobrar 120. ¿Saben cuánto cuesta esa vacuna cuando sale del laboratorio?. Cuesta 48 dólares. ¿Escuchan el ruido que hace la mentira?. O todavía no lo escuchan?. Este es el ruido que el Imperialismo trata de producir aún en el silencio. Quiero invocar el silencio de Carrillo frente a este estropicio que ha sufrido nuestro país, porque no hay “ bolas” para enfrentarse con el imperialismo.
Todo el sistema de salud de la República se derrumba, se derrumban los hospitales públicos, las Obras Sociales, se derrumban también las prepagas que Dios las tenga en la gloria porque no son preferibles, pero se derrumban. El presupuesto del 2005 representa aproximadamente el 8% del Producto Bruto Nacional, ese 8% representa auténticamente algo así como el 15, el 20 y el 30% menos de los presupuestos anteriores, significa unos 250 dólares per cápita. Antes de que llegara Cavallo, cada ciudadano tenía 650 dólares para defender su salud, ¿ven la diferencia que hay entre ambas? Estas cosas que hay de diferencia es el robo, la misma diferencia es la dependencia, son los vendepatria que están entregando el país.